Una vocación, dos familias.
¡Mamá,voy a sei uno paye!
— Patricio “Mamá voy a ser un padre”, 2 años
Papá, es como cuando te diste cuenta que mamá es el amor de tu vida… así es con Dios.
— Patricio, explicándole cómo es el llamado, 14 años
Cuando recibí el cuerpo y la sangre de Cristo me emocioné mucho, lloré abrazando a mi mamá.
— Patricio, Primera Comunión, 8 años
En semana santa de 2004, estaba jugando en el atrio de la iglesia del pueblo de San Antonio de las Huertas con otros niños misioneros. Mi papá dijo a todos los misioneros que venía una procesión hacia el templo. La recuerdo muy bien, con instrumentos musicales, unas personas llevaban sobre los hombros un ataúd muy pequeño, donde solamente podía caber un bebé de la edad de María mi hermana, de tres meses. Era blanco. Entraron a la iglesia a dar gracias por su vida… lloraban, pero llenos de fe se sostenían unos a otros.. Yo le pregunté al fiscal del pueblo: ―“¿Lo bautizaron?”, su respuesta me rompió el corazón: ―“No, porque no había un sacerdote”.
Entré a la Iglesia y le pregunté a Dios: “¿Qué va a pasar con ese niño?”. En ese momento comprendí interiormente (lo supe, se confirmó algo que siempre estuvo allí) -escuché- cómo Jesús me pedía que le ayudara a que los sacramentos (en este caso concreto: el bautismo) pudieran llegar a todas las personas y que nadie muriera sin la posibilidad de recibirlos. En pocas palabras, experimenté claramente que Dios me estaba llamando a ser sacerdote. Seguimos la procesión hasta la entrada del cementerio y luego les dejamos espacio a la familia para que se pudiera despedir de su hijo.
Fui después a contarle a mi mamá lo que había vivido. Ella lo recuerda muy bien, son palabras que a una mamá le quedan selladas para siempre en el corazón: ―“Mamá, mamita, ya lo escuché, fuerte y claro a todo volumen, voy a ser sacerdote, sacerdote Legionario de Cristo”. Lloré, mi mamá me abrazaba y sin saber lo que había vivido, mi papá me tomaba estas fotos. Después lo hablé con el Padre Casas, quien me explicó los momentos en que podría comenzar a prepararme para ser sacerdote: después de primaria, de secundaria, de prepa o de la carrera. Yo quería decírselo a todo el mundo, pero entendí que una vocación temprana debe de ser custodiada como una semilla en un invernadero.
— Patricio, Misiones en San Antonio de las Huertas, Estado de México, 10 años
Un llamado, una respuesta.








































































